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PARA UN TAL PRON, QUE PONTIFICA

 Como lector, querido nadie, que un escritor te cuente su pequeño drama familiar con talento y universalidad es un regalo y un privilegio. Sin embargo, que un escritor de cuota se pase la vida cacareando órdenes de su amo resulta irritante y grotesco, especialmente cuando se detiene en (textual) "personas muy dañadas en nuestra sociedad" por indicación del propagandista superior. Y acabe narrando vicisitudes de tarados de toda especie sin normalizar, claro. Ya sabes cuales son aunque las olvides en seguida y vuelvas al pequeño drama familiar.