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EL BUITRE EN QUERÉTARO

 



Hoy me he acordado del partido del 86, qué tarde de fútbol, y he comprendido el porqué de mi amor por este deporte desde siempre, desde niño.

A pesar de la infame deriva de sus prebostes, al final es un balón, dos porterías y 22 jugadores. De vez en cuando surge el milagro de un Butragueño destrozando las estadísticas; es entonces cuando la magia se expresa y el juego se convierte en algo gigante, en algo que casi puede tocarse.

Y el viento cambia de dirección, obstinado y alegre. Fútbol.