Menudo, de maneras suaves y sin carisma físico, siempre parecía no estar; se expresaba con certeza y brevedad, muy preciso. Inteligente, quizá por eso quedó de lado con marchamo de simple y prescindible. En pocas pinceladas dejó claro que sus circunstancias eran tristes y difíciles. Era, pues, una persona valiosa, pero en aquellos días yo estaba centrado en ser un imbécil y no cultivé su amistad.