Sigo el camino que duele a veces. Tu voz, tus manos en mi brazo. Frente a mí las casas de colores claros, en primer término, blancas y pálidas de amarillo. Más arriba las casas con techos negros, de pizarra, casonas amplias y generosas, deben ser felices en ellas. Yo las miro con hambre. Los cables eléctricos rompen el paisaje: parecen líneas de fuga quebrando cierta armonía limitando el reino de los hombres. Pero si miras más arriba siguen las casas escalando la montaña, de madera, de piedra hacia arriba dominando la vista. Arboles de distintos espesores y texturas cierran los huecos del paisaje. Luego la piedra se impone poderosa y reina junto a la maleza. Hecha de piedras rotas, como puestas allí por un gigante obsesivo la montaña se yergue sobre todo y lo domina. Al final de la mirada está el cielo infinito y azulado. Yo contemplo todo esto con ojos absorbentes, famélicos, y me hace recordar hechos del pasado y palabras y sensaciones que poco o nada tienen que ver instante. Mi c
Bienvenido. Aquí encontraras apuntes, bocetos e impresiones de una mente atropellada, y son fruto del momento en que fueron expresados. No hay verdades esenciales excepto las del instante concreto: por eso las mantengo. No te enfades si te hieren o parecen injustas pues seguramente lo sean de alguna manera. Aquí se quedan como hijos frustrados. Intenta disfrutar, el objetivo es que algunas palabras y frases te entretengan. Entra.