Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2011

UN FRAGMENTO

Le miré a los ojos, tan fuerte era su influjo. Tenía la mirada limpia y blanca y yo no pude articular una sola palabra. No importó. Hablamos durante una eternidad desde las pupilas, y esto duró unos segundos insoportables para mí. Escuche sus reproches silenciosos apenas asintiendo; su mirada abismal leía claramente dentro de mí y no se escapaba ningún detalle a su escrutinio. Mi frente estallaba de calor. La pureza de esos ojos me atormentaban como rayos dirigidos directamente a mi cerebro, inmisericordes, brutales, eléctricos, secos. Lo sabía todo, absolutamente todo. Finalmente no pude más y bajé los párpados, y lloré. Durante un tiempo no fui capaz de discernir donde me encontraba. Luego bajé a la calle como un sonámbulo, me diluí entre las gentes del atardecer. Este instante supremo rompió mi vida por completo. Fue la última vez que hablé con mi padre sobre mi cruda realidad, y no hubo voces en nuestra conversación. Hubo realidad. Joaquín Perez Sedano. Conversación con mi padr

DOMINGO

Pues quién sabe, en cada instante del camino viene la sorpresa. ¿Que puedo decir, excepto que es domingo, hace sol, tengo ganas de sonreir despues de un mal comienzo de día y que espero que el destino deje de ser esquivo? No tengo voluntad sufridora; antes bien considero las horas perfectas como remansos se dulce relleno de actividades mentales, hedonistas, reflejo de las calmas que deben presidir toda iluminación. Dejemos los deportes de riesgo para aquellos cuya imaginación descansa en algún dorado rincón del pensamiento. El resto necesitamos vivir el domingo como un largo día tranquilo, soleado, reflexivo. Quizá así se aminoren las voces descontentas del verano, y esta mi estructura humana comienze a crecer y multiplicarse com cultivo de laboratorio. Dulce domingo, dulce. comience el espectáculo.

LOS MUERTOS QUE VOS MATAÍS...

...gozan de buena salud. La visita de Benedicto XVI a España ha constatado divertidas y estrafalarias contradicciones. En primer lugar, la capacidad de convocatoria de un anciano de ochentaytantos años puede dejar perplejo a más de un enteradillo, especímen habitual por estos lares, que ya está sorbiendose los sesos para justificar tamaña reprobación a sus tesis. No debería extrañar a nadie, a nadie que conociese mínimamente y sin desenfoques lo que hay detrás de ese anciano ejemplar: ni mas ni menos que una religión milenaria, y lo que es mas importante, un mensaje eterno. El golpe en la mesa y en ciertas cabezas no puede ser más demoledor. Gente alegre y feliz hablando de temas limpios sin dobleces y que no consideran, porque no es la característica principal de la Iglesia, que los casos de pederastia, abusos y demás publicidades ramplonas de la intelectualidad obsesiva enturbien un ápice la maravillosa institución que es. Se puede pensar que el montaje religioso es tremendo y apela