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Mostrando entradas de diciembre, 2008

PEQUEÑA, NUEVA VIDA

Se advierte una presencia y rugen voces del mañana en el aire, queda poco. Hace frío, y la nueva vida gobierna sin cetro ya, en su infinito imperio de dos. ¿Será feliz, hermosa, perfecta? Pues está bajando y llegará a la luz quizá mañana en el supremo instante. Poco tiempo ya... es preciso saber de su aspecto, su voz, su salud y sus sonrisas y angustias, con los días venideros breves de trabajo derramado; Carlota se mueve dentro de su madre esperando su momento decisivo. Come dentro, callada, esperando, un corazón protegido, no la toques. Sal ahora, que pronto se hará el día y necesitamos conocerte, tocarte, besarte, saber dónde llegas con tus manos y tu pensamiento, qué rostro tiene el orgullo del futuro. Y la pequeña y nueva vida es fértil y ofrece un culto dulce de hermosa fragancia, la gracia limpia, inocente, tanto por hacer. Sal ahora, necesitamos verte por vez primera. Necesitamos empezar a correr y ver qué pasa, después de todo.

ESTADO BRUTAL

Yo, nosotros: Vientos fríos de la mañana, hielos de abismo oceánico, nieblas al fin. Caminamos sordos hacia la indiferencia refrescante, el cerebro liso, la noche ingrata y el agua infértil. No te lo creerías, manadas dormidas junto al río abandonan a los más débiles, rechazan la prole, malqueriendo, matando, en un discurdo hedonista bloqueado y sonriente. En una sociedad hostil propia de bestias, donde ampara la justicia al infractor y desprecia a la víctima, donde la dignidad es objeto de despiece brutal, no puede extrañarnos la obscena campaña sobre los preservativos y su vomitivo eslógan para evitar embarazos indeseados. Esos, pues, son nuestros hijos, pequeños bastardos amorfos, estériles, de los que nada debemos esperar, nada bueno ni excepcional, basura humana con un ADN putrefacto, dormidos en su propia opacidad y hastío. Lo peor es que dan en la diana, y seguramente las hordas juveniles de esta tierra desgraciada comprendan y aplaudan esta parodia, este estado babilónico. Yo,

AYUDA AL ENFERMO

Vuelve la fiesta de la muerte. Digna, parece ser. Un desgraciado, enfermo y cobarde, ha permitido que la televisión filme y emita sus últimas, tétricas horas sobre la tierra. No sé qué mente enferma concibe la idea de que la muerte puede ser digna o indigna, pues simplemente es. En fin, descanse en paz el amante de la buena muerte, y griten un poco los voceros de la destrucción de la dignidad humana. En resumen, otro idiota.

EL TRÁNSITO

Era media mañana; se detuvo bruscamente, buscó un banco y se sentó, con las manos entre las piernas y la mirada desorientada. Esperaba después del derrumbe, sin fuerzas ni respuestas. Eso sucedió en diciembre en un paseo abarrotado de gente a todas horas, caras lejanas de rápido tránsito. Y él tan quieto e inmóvil en su asiento, y ¿esperando qué?. Nadie reparaba en su pasividad, muerte al fin.

LA DEMOCRACIA SUPERIOR

Otro muerto más. En un lugar maldito y envenenado como es el País Vasco, donde se mata a quien trabaja y crea algo por aquellos que no trabajan ni saben hacer nada que no sea destruir. Ya sabemos quienes forman parte del entramado etarra: Inadaptados, violentos sin metas ni esperanzas, macarras y quinquis nacidos de la ignorancia y la marginalidad, pues una persona formada como Dios manda es imposible que apoye a estos lerdos infinitos, en todo caso pequeños mediocres como los que forman parte del triste y ocre PNV, antediluviano y visionario amalgama de pensamientos grises, opacos, enlutados. Ya se sabe: La democracia vencerá, pero que se lo digan al muerto y a sus hijos, amigos, allegados, que les expliquen la cantinela absurda sobre las lágrimas y el cuerpo caliente aún. Porque no es cierto ni es posible: La profunda cobardía del pueblo vasco, igual a la del español, lo impide. Esas caras silenciosas, esa aberración profunda que supone el silencio y el miedo, es profundamente españo

EMPEZANDO LA MAÑANA

Ha sido noche oscura y fría, de tensa espera; húmeda, inquieta noche de tantas horas, de vueltas sobre el lecho protector de la intemperie, de meditaciones sin perfil, crecer y nada más. Primero se levanta una bruma espesa y caliente y después la oscuridad se dulcifica. Hay sombras definidas que muestran la verdad del paisaje. Leve se abre camino una luz suave, tímida, hilos de resplandor, y nace el tiempo: ruidos de la mañana, voces aún esbozos, agua que corre abajo en los ríos. -Ya viene, ya está...- suspira uno, se vierten lágrimas y risas. Un murmullo. Entonces explota la luz como una bomba inmensa, un haz que agarra todo y lo dota de formas, de volumen, de sentido; comienza la mañana, tan pequeña como un guijarro aún, tan ardiente como las lágrimas y las risas. Se olvida la noche, la fragancia del alba reclama su reinado, grande y sin fisuras. Por Dios santo que lo tendrá, grande y sin fisuras; una luz nueva, blanca, perpetua, tan hermosa como las aguas del río, allá abajo. Y la l