Hablemos, amigo, de la memoria. Recuerda las suaves tardes, cuando las horas, detenidas, eran tranquilas y casi pacíficas. Recuerda los olores y las voces de los que marcharon, esa tranquilidad que sólo proporciona la confianza absoluta, la protección de las gentes buenas, tan callada, tan benéfica. Esto es de cuando un coche rodaba al amanecer en busca de la comodidad bajo la lluvia, y las reglas eran sencillas y claras como los ríos de nuestra infancia. Sus palabras eran espadas de inteligencia, profundas y verdaderas. Sus actos perfectos se adherían al alma y la elevaban no en el momento, sino después cuando las sombras llegan. Al cabo de los años tanto bien se mantiene en mi memoria, porque una vez hubo gigantes, igual de fuertes que las fieras, una vez hubo lucha y tesón y palabras tercas frente al muro de los locos. Estas gentes eran el dique y el bien. Recuerda las mañanas tempranas, cuando la niebla se abría paso entre las calles y pasaban personas arriba y abajo en un tej
Bienvenido. Aquí encontraras apuntes, bocetos e impresiones de una mente atropellada, y son fruto del momento en que fueron expresados. No hay verdades esenciales excepto las del instante concreto: por eso las mantengo. No te enfades si te hieren o parecen injustas pues seguramente lo sean de alguna manera. Aquí se quedan como hijos frustrados. Intenta disfrutar, el objetivo es que algunas palabras y frases te entretengan. Entra.