Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de abril, 2020

LOS BULOS

En esta sociedad encapsulada y rota hemos de sobrevivir con lo que podamos. Hacemos aplausos caceroladas, hacemos bromas y hacemos locuras porque todo forma parte de la abrasión que nos supone nuestra nueva situación. Qué vendrá después nadie lo sabe, aunque seguro que nada bueno o parecido a lo que consideramos normalidad: si aprovechamos para pensar en profundidad llegaremos irremediablemente a la conclusión de que la normalidad de antaño era cualquier cosa menos normalidad. A punto de ruptura llegamos con una nación fragmentada y necia hasta la nausea, un conglomerado de profetas desquiciados que exigían casi cualquier cosa que se les ocurriera, y lo que es peor que eran escuchados. Gobernaba y gobierna aún un amalgama de partidos que lo que realmente buscan es la destrucción de España en taifas venerables que devienen satrapías de pelagatos que, ya se ha visto ignoran casi cualquier cosa relacionada con la gestión. Eso es la normalidad surgida de las últimas elecciones. ¿Qué ha

EL GRAN ROBO DE NUESTROS DÍAS, QUE NO VOLVERÁN NUNCA

Y qué aplaudimos, de qué nos felicitamos. Escondidos sin remedio nos dicen que esperemos, ellos, que todo lo tienen, a nosotros que todo vamos a perder. Es una guerra absurda en un escenario perverso; ayudas no hay, no habrá, pero aplaudamos desde nuestra prisión. Los muertos nos sonríen en espantoso silencio allí donde los hayan tirado.  ¿Crees realmente que dos meses escondidos nos va a salvar, lo crees? Yo creo más bien que estamos muertos desde el momento mismo en que cerramos la puerta y empezamos a hacer el imbécil entre cuatro paredes, riendo, bromeando, todo el día haciendo el imbécil cuando lo que pasa es que nos han engañado como a chinos (sic) y como chinos acabaremos: números y números de producción. ¡Ay, occidente, qué poco vales! En otro tiempo y otra sociedad habríamos salido y plantado cara al enemigo desde la lógica y la prudencia, ahora somos gordos de cuerpo y mente y obedecemos al que manda Dios sabe porqué. Aplaudid, coño, más fuerte. Inútiles, blandos, escl

A UNA NACIÓN VACIADA

En una novela de mi adorado Evelyn Waugh -creo recordar que Decadencia y caída de 1928 y que es la primera suya publicada-, una pareja saturada de tanta reunión social hace suspirar saturada a la chica en determinado momento:  -Dios mío, tanta fiesta... - O algo semejante. Pues bien, hoy me imagino que esta frase de cansancio y de hastío vital podría aplicarse a la situación española de ahora mismo, porque todos y cada uno de nosotros hemos estado de fiesta durante años sabiendo íntimamente que la resaca era inevitable, y si no ha sido así es que hay un montón de ciegos en nuestras calles. Como la locura alemana en la derrota segura de 1945, los españoles nos hemos ido abandonando a una bacanal de gasto y falta de previsión digna de Sodoma y Gomorra: viajes, fiestas, vacaciones, televisiones gigantescas, tecnología inalcanzable y toda clase de superfluosidades manolitescas han ido sucediéndose como una espiral de derroche que toca, vaya si toca, pagar. Y no podemos ni en sueños. E

LA ABRASION

Desde temprana edad, muy temprana, yo desarrollé como parte de mi personalidad un tremendo, gigante, descomunal sentido de la culpabilidad que me ha marcado siempre; entre otros complejos y características, por supuesto. De tal manera mediatiza mi cotidianeidad que cualquier suceso -endógeno o exógeno, trivial o trascendente- provoca en mi pensamiento una reacción desbordada hasta dar con la causa última del suceso, que no es otra que yo, siempre yo. Como fallo que se precie la culpabilidad abarca mi entorno cercano hasta el universo todo, y no lo considero especialmente castrante sino suavemente limitativo de mis potenciales, puesto que al final se trata  de una introspección que raramente sale de mi craneo y dura poco si miramos caso por caso aunque es continuo en desarrollos: vivo en continuo conflicto de culpabilidad pero una de cada vez, nunca la misma. Por esta razón y sólo por ésta considero mi abrasión un rasgo, agudo si se quiere, que a veces me da lástima de mí mismo y a v

VOLVER A LA INTELIGENCIA

Despertad, es la hora... El tiempo que se nos ha concedido debe ser utilizado para saber, conocer delimitar qué nos ha llevado a esta hora tan difícil. Porque vivimos adorando el dinero y la opulencia sucia de un lugar oscuro. Porque nadie vio a tiempo el gran desastre, o alguien calló pensando en el dinero. Porque se funciona pensando en que todo será igual después de esto y muchas certezas han salido a la fría luz del alba. Nos hemos atado a un árbol viendo la riada y la riada se ha reído. Una risa hiriente. Porque el daño ya está hecho. Porque cerramos los ojos sin luchar y sin inteligencia, la solución estúpida y mediocre totalmente incongruente. Muertos y más muertos porque estamos encerrados sin plantar cara porque somos luchadores en barbecho. Porque salir y luchar es lo que debimos presentar al enemigo y controlar a la población de forma activa. No esto no esto. Despertad, hay mucho que hacer. Jueces, sanitarios, padres, abuelos, políticos que saben las razones

REY EN SU TORRE

Hablamos de un rey en su torre, un soñador fatuo y deprimente viviendo su sueño. Juega con artefactos que imagina suyos por derechos y se congratula del poder que es capaz de ejercer, anhelo viejo como el mundo; es una estrella del rock y un actor superlativo, un Nerón del siglo XXI, un quimérico salvador de sí mismo y de lo suyo.  Porque una vez imaginó frente al espejo discursos abrumadores y gestos excelsos que a todos embelesan y montó en aviones, tanques, posó para la cámara enamorada regalando su imagen a los mediocres adoradores que le deben pleitesía. Un caudillo inverso. Pero mira cómo juega con sus regalos, es un niño satisfecho y aislado como pueda serlo un enajenado habla para sí imaginando multitudes fantasmales, un científico loco. A este rey en su torre debemos el derrumbe del reino, ayudado febrilmente por otros que se arraciman buscando quizá su taifa, Fuera, en la tormenta, El Bosco ve realizado su visión última, con muertos y retorcidos cuerpos confinados, aboca

DÓNDE

Estoy perdido en una neblina densa que no puedo traspasar para llegar quizá a un sendero que ignoro adónde debe llevarme. Estoy callado y quieto como si quisiera hablar a personas que me apartarían sin que cualquier discurso mío sirviese para emocionar o iluminar mentes. Busco salidas inexistentes en callejones invisibles de diferentes soluciones  que parecen ser propiedad de cualquier otro. Así la búsqueda se antoja absurda como absurda es mi mente tratando de salir de dondequiera que me sienta perdido.

LO QUE NOS ESPERA

Después de encerrarnos a todos como medida de precaución ante la pandemia uno se pregunta qué tipo de sociedad tenemos, qué nos distingue, qué nos hace fuertes y sobre todo, cómo hemos llegado hasta aquí. Y la única explicación lógica es que somos diferentes a lo que creíamos. Creíamos que las cosas sucedían porque sí como si un motor autónomo corrigiese la inmensa maquinaria del estado; un motor desvinculado del día a día político, económico, social de nuestro tejido; una turbina mágica que proporcionaba calor y bonanza sin más algo puesto por algún arcano mágico en algún momento de nuestra historia. Por esta razón superamos la infinita agresión que suponen tres presidentes seguidos nefastos para nuestro país, tres iluminados cuya gestión nos abocaba a la negrura sin que no alcanzase al fin la ruina moral y económica que en lógica corresponde a la incompetencia y a la mala praxis. Europa, despegada no ha hecho nada puesto que seguramente sirve a intereses de otra geografía; Europ